La inteligencia emocional es la capacidad de poder controlar todas aquellas emociones que expresamos y de manejar relaciones interpersonales de forma juiciosa y empática.
Tener un buen control de la inteligencia emocional es clave para el éxito personal y profesional.
Con la experiencia se aprende
No todos tenemos esa capacidad de control sobre nuestras emociones, por lo menos no la primera vez que entramos en el mundo laboral. La buena noticia es que es algo que se va puliendo con la experiencia. De hecho, la inteligencia emocional se puede desarrollar estimulando algunos hábitos.
¿Quieres conocerlos?
1. ¿Comodidad? No, gracias
La gente con una baja inteligencia emocional tiende a quedarse en ese terreno de confort ya conocido. Es un instinto natural; como dice el proverbio: “Más vale lo malo conocido que lo bueno por conocer”.
Las personas emocionalmente inteligentes enseguida detectan cuando entran en un terreno demasiado cómodo. Es un detalle crucial para superar la tentación de quedarse con lo esperable en lugar de avanzar hacia un territorio inexplorado.
2. La vulnerabilidad no tiene por qué ser mala
Los cambios atraen sentimientos contradictorios como el entusiasmo y la ansiedad. Las personas dotadas con una óptima inteligencia emocional no intentan suprimir el sentimiento negativo de la ecuación, sino que obtienen provecho de reconocer sus emociones negativas. Solo así podemos controlarlas.
Dicho de otro modo, no somos capaces de afrontar el cambio y la incertidumbre si ignoramos lo que sentimos. O, parafraseando otro popular adagio: “El conocimiento, sin control, no sirve de nada.”
3. Consideran múltiples perspectivas
A la hora de tomar una decisión, en lugar de insistir en su modus operandi habitual o en el modo en que se “supone” que hay que hacer las cosas, la gente que domina las emociones es consciente de que si solo se centra en sus creencias, tarde o temprano se toparán con un muro.
Es esencial considerar nuevas ideas y para ello hay que saber escuchar… Algo que muchos creemos saber hacer y en la mayoría de los casos no suele ser así.
4. Interpretar señales no verbales
La gente emocionalmente inteligente tiene la capacidad de entender intuitivamente cómo la presión de un grupo podría obligar a otros a autocensurarse: no expresar sus dudas o diferencias. Así que intentan sacar estas dudas a la luz de forma disimulada, sin necesidad de plantearlo como pregunta.
Una buena táctica, ¿verdad?
5. No reaccionan precipitadamente a los contratiempos
La clave no está en ignorar los obstáculos sino en manejar las situaciones de una manera efectiva.
Una buena decisión es reflexionar sobre las posibles soluciones. Esto, por supuesto, no asegura obtener una respuesta eficaz… Así que muchas veces el simple hecho de no hacer nada (¡algo tremendamente difícil para algunos!) es mejor que llevar a cabo una acción precipitada y equivocada.
¿Y tú? ¿Cómo andas de inteligencia emocional?
Fuente vía: Fastcompany